En el momento de dar a luz muchas padecemos prácticas agresivas y violencias naturalizadas. Conversamos con Julieta Saulo sobre una de las más crueles vulneraciones sobre nuestros derechos.
Ninguna mujer debería llorar recordando su parto por una atención prepotente, poco empática y distante.
Ninguna mujer debería ser degradada verbalmente e infantilizada, o padecer comentarios que ridiculicen o minimicen su dolor.
Ninguna mujer debería parir en quirófanos multitudinarios, que falten el respeto al pudor y la desnudez, objetivando su cuerpo.
Ninguna mujer debería sufrir intervenciones para “apurar el parto”, muchas veces practicadas sin autorización, para ajustarse a la agenda de profesionales. Situaciones normalizadas en el sistema de salud, pero que en realidad van en contra de las recomendaciones de las sociedades médicas (episiotomías de rutinas, cesáreas innecesarias, la maniobra de Kristeller, partos inducidos).
Ninguna mujer debería ser silenciada y censurada al expresar durante el parto sus temores y emociones.
Ninguna mujer debería parir en soledad, impedida de estar acompañada por quien ella desee.
Ninguna mujer debería desconocer la evolución del trabajo de parto, su bienestar o el de su bebé. Ninguna mujer debería desconocer los procedimientos de neonatología, que muchas veces se realizan sin consentimiento.
Ninguna mujer debería esperar sola en un pasillo. Ninguna mujer debería sentirse una mera espectadora del momento más maravilloso de su vida.
Aunque nuestro país ostente la Ley de parto respetado o parto humanizado (25.929), pareciera que las formas legales no son suficientes para combatir las violencias tan naturalizadas.
Este podcast comienza con testimonios de mujeres que forman parte de esta tribu y que se animaron a relatar sus vivencias, un paso fundamental y necesario para que empecemos, al menos, a hablar sobre el tema.
La información es poder. ¡Alcemos la voz!
